Si has entrenado durante varias décadas, incluso si hay algunas patadas o técnicas que ya no puedes realizar, bien debido a la edad o las lesiones, eso no niega tu entrenamiento de guerrero.
A medida que un tigre envejece, puede perder algunos dientes o incluso algunas garras, pero sigue siendo un tigre, y muy peligroso.
Todos los artistas marciales llegan a un punto a lo largo de su vida en el que ya no pueden hacer tanto como antes, y ello simplemente forma parte del proceso de envejecer.
Con 40, 50 o más años, es evidente que no rendirás como cuando eras bastante más joven.
Pero eso no significa que tu conocimiento de las artes marciales haya desaparecido. Como artistas marciales envejecidos, tenemos una gran cantidad de armas a nuestra disposición. Perder algunas de ellas no nos hace menos informados o menos capaces de defendernos.
Como escribió Han Fei Tzu:
"A medida que cambian las circunstancias, también se modifican las formas de lidiar con ellas".
A medida que envejecemos, debemos modificar nuestro entrenamiento y nuestras técnicas de defensa personal para satisfacer nuestras capacidades y necesidades actuales.
Debes conocer tus límites y tus capacidades, y adaptarte.
Charles Spurgeon, lo expresó perfectamente:
"Es una tontería tratar de vivir de experiencias pasadas. Es un hábito muy peligroso, si no fatal, juzgarnos a nosotros mismos a salvo por algo que sentimos o hicimos hace veinte años".
El maestro Funakoshi afirmó que el propósito del Karate es la perfección de nuestro carácter, y que nunca se es demasiado viejo o se está demasiado herido para seguir mejorando el carácter.
Sigue esforzándote por ser lo mejor que puedas ser, sin importar cuántos obstáculos tengas que enfrentar.
Y recuerda siempre que un tigre viejo sigue siendo un tigre.