“¡Menos piruetas, más filo!” – Lo que Musashi realmente pensaba del ‘arte’ samurái
Si el pensamiento de Musashi tuviera Instagram, cancelaría a medio Japón feudal. No por gusto, sino por lucidez. En el Libro de los Cinco Anillos, el viejo guerrero no enseña cómo verse bien en duelo: enseña a no morir.
Musashi desprecia las florituras, los “maestros” que venden coreografías, las escuelas que transforman el combate en espectáculo. Las llama, sin rodeos, una pérdida de tiempo. ¿Para qué memorizar posturas si el enemigo no coopera? ¿Para qué practicar bloqueos si el que gana es el que ataca sin dudar? “En el combate real, el que busca desviar, evitar o esquivar está regalando su intención. Se vuelve predecible. Y el predecible, muere.”
Musashi no buscaba agradar. Ni siquiera agradarse a sí mismo. Solo buscaba eficacia. Cero show, cero mística. Su katana no era un pincel, ni una antena espiritual, ni una herramienta para “expresar el alma”. Era lo que era: una herramienta de corte. Punto.
Y es ahí donde Musashi encarna el verdadero pensamiento del samurái: la vía es acción correcta en el momento correcto. No es estética, no es mueca, no es vender clases ni coleccionar diplomas. Es leer al oponente como si fuera un libro abierto… y cerrar el capítulo de un tajo.
¿Duro? Sí. ¿Marcial? Más que cualquier desfile en hakama.
Hoy muchos buscan en el Bushido frases para tatuarse. Musashi, en cambio, solo dejó una: “El camino del guerrero no tiene forma: solo intención.”
Y esa intención no era ganar likes. Era sobrevivir. Así que ya sabes: si tu dojo parece un teatro, revisá si estás entrenando para el combate… o ensayando tu próxima caída.
Texto de Gabriel Benitez